viernes, 16 de abril de 2010

El Espíritu Santo

C a p í t u l o 7
Adán y Eva recibieron el Espíritu Santo
¿Por qué Adan y Eva necesitaban la guía del Espíritu Santo?

Después que Adán y Eva dejaron el Jardín de Edén, comenzaron a
cultivar la tierra y a realizar otras tareas para su sustento. Tuvieron
muchos hijos, quienes a su vez se casaron y también tuvieron hijos
(véase Moisés 5:1–3). De esa forma, los hijos espirituales de nuestro
Padre Celestial comenzaron a partir de Su presencia y a venir a
la tierra tal como se les había prometido (véase Abraham 3:24–25).
Al llegar a la tierra, se borró de su memoria el recuerdo de su
hogar celestial; pero nuestro Padre Celestial no les retiró Su
influencia, sino que les envió al Espíritu Santo para consolar,
ayudar y guiar a todos Sus hijos espirituales.

Adán y Eva invocaron al Padre Celestial en oración y Él les habló y
les dio mandamientos, los cuales obedecieron. Un ángel del Señor
vino y les enseñó el plan de salvación. El Señor envió al Espíritu
Santo para que testificara acerca del Padre y del Hijo y para que
les enseñara el Evangelio a Adán y a Eva (véase Moisés 5:4–9).

Por medio del poder del Espíritu Santo, Adán “...empezó a profetizar
concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea
el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto
mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a
Dios” (Moisés 5:10). Debido al testimonio que el Espíritu Santo le dio
a Eva, ella dijo: “…De no haber sido por nuestra transgresión, nunca
habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien
y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios
concede a todos los que son obedientes” (Moisés 5:11).

A los maestros: Al llamar a los alumnos por su nombre, ellos sabrán que son importantes para usted y que usted está interesado en ellos. Conozca sus nombres y llámelos por su nombre durante cada lección, y ayúdelos a aprender los nombres de los demás alumnos de la clase.

¿De qué manera es similar la necesidad que tenemos nosotros de
tener la guía del Espíritu Santo a la necesidad que tenían Adan y Eva?

Los atributos del Espíritu Santo

¿En que se diferencia el Espíritu Santo del Padre y del Hijo? ¿Por
qué es esa diferencia importante para nosotros?
El Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad (véase 1 Juan 5:7;
D. y C. 20:28). Es un “...personaje de espíritu...” (D. y C. 130:22)
que sólo puede estar en un lugar a la vez, pero Su influencia
puede estar en todo lugar al mismo tiempo.
A nuestro Padre Celestial, Jesucristo y el Espíritu Santo se los llama
la Trinidad. Ellos están unidos en propósito, y cada uno tiene
una importante asignación en el plan de salvación. Nuestro Padre
Celestial es nuestro Padre y gobernante; Jesucristo es nuestro
Salvador y el Espíritu Santo es el revelador y el que da testimonio
de toda verdad.

El Espíritu Santo es el mensajero de nuestro Padre Celestial y
constituye un don especial para nosotros (véase el capítulo 21
de este libro).

La misión del Espíritu Santo
¿Cuáles son algunas de las verdades que el Espíritu Santo nos revela?

La misión del Espíritu Santo es dar testimonio del Padre y del Hijo,
y de la verdad de todas las cosas.

El Espíritu Santo nos testificará que Jesucristo es nuestro Salvador
y Redentor (véase 3 Nefi 28:11; D. y C. 20:27). Él nos revelará que
nuestro Padre Celestial es el Padre de nuestros espíritus y nos ayudará
a comprender que podemos llegar a ser exaltados tal como
nuestro Padre Celestial (véase Romanos 8:16–17). Los profetas del
Señor han prometido: “Y por el poder del Espíritu Santo podréis
conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).

Sin el Espíritu Santo, no podríamos saber que Jesús es el Cristo.
El apóstol Pablo escribió: “…nadie puede afirmar que Jesús es el
Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3). El Salvador
mismo dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” ( Juan 17:3).
Es por medio del poder del Espíritu Santo que se brinda la guía
necesaria para comprender y vivir el evangelio de Jesucristo.

El poder convincente del Espíritu Santo es tan grande que no
puede haber duda de que lo que nos revela es verdad. El presidente
Joseph Fielding Smith dijo:
“Cuando una persona tiene la manifestación del Espíritu Santo,
queda una indeleble impresión en su alma, una que no es fácil
de borrar. Es el Espíritu que habla al espíritu, y se recibe con una
fuerza convincente. Una manifestación de un ángel, o aun del
Hijo de Dios mismo, impresionaría a los ojos y a la mente, y al
final se iría borrando; pero las impresiones del Espíritu Santo se
graban profundamente en el alma y son más difíciles de borrar”
(Answers to Gospel Questions compilacion de Joseph Fielding
Smith Jr., 5 tomos, 1957–1966, tomo II, pág. 151).

El presidente Smith también dijo: “Por medio del Espíritu Santo la
verdad es entretejida en cada fibra y tendón del cuerpo, de manera
que no puede ser olvidada” (véase Doctrina de Salvación, compilación
de Bruce R. McConkie, 3 tomos, 1954–1956, tomo I, pág. 45).

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, debemos ser dignos de recibir a este mensajero y
testigo especial de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo.

Piense en las ocaciones en que el Espirítu Santo le haya ayudado
a que su testimono cresca. Según sea apropiado, comparta algunas
de estas experiencias con los miembros de la clase o de
la familia.

Pasajes adicionales de las Escrituras
Moisés 5 (la historia de la familia de Adan).
DyC 130:22 (se identifica al Espíritu santo).
Juan 14:26; 15:26, Lucas 12:12 2Nefi 31:18; 32:5,8;
33:1; Alma 14:11; 3 Nefi 27:20; 4 Nefi 1:48; Moroni 10:6–7;
D. y C. 8:2–3; 11:12–13; 20:26 (funciones del Espíritu Santo).

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