martes, 11 de mayo de 2010

Los profetas de Dios






C a p í t u l o 9






LOS PROFETAS SON LOS REPRESENTANTES DE DIOS EN LA TIERRA






*Que poderes y dones posee un profeta?




“Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a
sus siervos los profetas” (Amós 3:7).




Muchas personas viven en la obscuridad, inseguras con respecto a
la voluntad de Dios. Creen que los cielos están cerrados y que la
gente debe enfrentar sola los peligros del mundo. ¡Cuán afortunados
somos los Santos de los Últimos Días! Nosotros sabemos que Dios
se comunica con la Iglesia por medio de Su profeta. Con un corazón
agradecido, los Santos cantan por todo el mundo: “Te damos,
Señor, nuestras gracias que mandas de nuevo venir profetas con tu
Evangelio, guiándonos cómo vivir” (Himnos, Nº 10).




Un profeta es un hombre llamado por Dios para ser Su representante
en la tierra. Cuando un profeta habla en nombre de Dios, es
como si Dios mismo estuviera hablando (véase D. y C. 1:38). Un
profeta es también un testigo especial de Cristo que testifica de
Su divinidad y enseña Su evangelio. Un profeta enseña la verdad
e interpreta la palabra de Dios; llama a los que no son justos al
arrepentimiento y recibe revelaciones y dirección del Señor para
nuestro beneficio. Él puede ver el futuro y predecir lo que va a
acontecer con el fin de poner al mundo sobre aviso.




Un profeta puede proceder de varios estilos de vida. Puede ser joven
o anciano, con una gran educación académica o no instruido; puede
ser granjero, abogado o maestro. Los profetas de la antigüedad utilizaban
túnicas y llevaban un bastón. Los profetas modernos visten traje terno y llevan portafolio, que es entonces lo que determina que alguien es un verdadero profeta? Un profeta verdadero
siempre es elegido por Dios y llamado por medio de la autoridad correspodiente del sacerdocio (vease Articulos de Fe 1:5).






Los Santos de los Últimos Días sostienen a la Primera Presidencia
y a los Doce Apóstoles como profetas; sin embargo, cuando decimos:
“el profeta de la Iglesia”, nos referimos al Presidente de la
Iglesia, quien es el presidente del sumo sacerdocio.




A TRAVEZ DE TODAS LAS EPOCAS, DIOS HA LLAMADO PROFETAS
PARA QUE GUIEN A LA HUMANIDAD




*De que manera han guiado los profetas a los hijos de Dios en el pasado?




Ha habido profetas sobre la tierra desde la época de Adán. Las
experiencias de estos grandes hombres nos animan e inspiran.
Moisés, un profeta del Antiguo Testamento, guió a miles de personas
de su pueblo, sacándolas del cautiverio en Egipto y llevándolas
hasta la tierra prometida. Él fue quien escribió los primeros
cinco libros del Antiguo Testamento y quien registró los Diez
Mandamientos. Nefi, un profeta del Libro de Mormón, viajó desde
Jerusalén hasta el continente americano seiscientos años antes
del nacimiento de Cristo. Este gran líder y colonizador nos legó
muchos e importantes escritos en el Libro de Mormón. Juan el
Bautista fue escogido para preparar al mundo para la venida del
Señor Jesucristo. Por medio de José Smith, un profeta de los últimos
días, el Señor restauró la Iglesia. José Smith también tradujo
el Libro de Mormón siendo aún muy joven






* que ha aprendido de la vida y las enseñanzas de los profetas?






EN LA ACTUALIDAD TENEMOS UN PROFETAVIVIENTE SOBRE LA TIERRA






*porque tenemos necesidad de un profeta vivienteen la actualidad?




Hoy tenemos un profeta viviente en la tierra y este profeta es el
Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días. Él tiene el derecho de recibir revelación para toda la Iglesia;
posee las “llaves del reino”, lo cual significa que tiene la autoridad
para dirigir a toda la Iglesia y el reino de Dios sobre la tierra,
incluso la administración de las ordenanzas del sacerdocio (véase
Mateo 16:19). Ninguna persona, salvo el profeta y Presidente escogido,
puede recibir la voluntad de Dios para todos los miembros
de la Iglesia en general. El Señor dijo: “…nunca hay más de una
persona a la vez sobre la tierra a quien se confieren este poder y
las llaves de este sacerdocio” (D. y C. 132:7). Al Presidente de la
Iglesia lo ayudan sus consejeros de la Primera Presidencia y los
miembros del Quórum de los Doce, que también son profetas,
videntes y reveladores.




Debemos hacer todo lo que el profeta nos dice que hagamos. El
presidente Wilford Woodruff dijo que un profeta nunca conducirá
a la Iglesia por mal camino:
“El Señor jamás permitirá que yo ni ningún otro hombre que sea
Presidente de esta Iglesia los desvíe. No es parte del programa.
No es la intención de Dios. Si yo intentara tal cosa, el Señor me
quitaría de mi lugar” (Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia:
Wilford Woodruff, 2005, pág. 207).




* De que manera ha influido en la iglesia el profeta viviente?









DEBEMOS SOSTENER Y APOYAR AL PROFETA DEL SENOR






* Que podemos hacer para seguir y sostener al profeta del Señor?




A muchas personas les resulta fácil creer en los profetas de la antigüedad;
sin embargo, es mucho más grandioso creer y seguir al
profeta de la actualidad; nosotros levantamos la mano para sostener
al Presidente de la Iglesia como profeta, vidente y revelador.




Como podemos sostener al profeta? Debemos orar por el, puesto
que sus cargas son pesadas y, por lo tanto, necesita ser fortalecido
por medio de las oraciones de los miembros de la Iglesia.




Debemos estudiar sus palabras; debemos escuchar los discursos
que pronuncia en las conferencias generales. También podemos
subscribirnos a la revista Liahona a fin de leer los discursos que
da en las conferencias generales y otros mensajes.



Debemos seguir plenamente sus enseñanzas inspiradas y no solamente
escoger partes de su inspirado consejo y desechar lo que
nos resulte incómodo o difícil de cumplir. El Señor nos mandó
que siguiéramos las inspiradas enseñanzas de Su profeta con las
siguientes palabras:




“…daréis oído a todas [las] palabras y mandamientos [del profeta]
que os dará según los reciba, andando delante de mí con
toda santidad;






“porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si
viniera de mi propia boca” (D. y C. 21:4–5).




El Señor nunca permitirá que el Presidente de la Iglesia nos conduzca
por mal camino.




* Que ha enseñado o en que ha hecho incapie recientemente el Presidente de la Iglesia?




AL OBEDECER AL PROFETA SE RECIBEN GRANDES BENDICIONES;




si lo obedecemos, el Señor nos ha prometido: “…las puertas del
infierno no prevalecerán contra vosotros; sí, y Dios el Señor dispersará
los poderes de las tinieblas de ante vosotros, y hará sacudir los
cielos para vuestro bien y para la gloria de su nombre” (D. y C. 21:6).
Cuando hacemos lo que el profeta nos indica, recibimos bendiciones
del cielo.




A fin de permanecer, la Iglesia verdadera debe estar “edificad[a]
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20). Somos bendecidos
en este mundo de inseguridad al tener a un profeta por
medio del cual el Señor revela Su voluntad.




* Que experiencias ha tenido cuando ha obedecido el consejo del profeta?




PASAJES ADICIONALES DE LAS ESCRITURAS






* Numeros 12:6 (Dios habla por medio de profetas).






* 1 Samuel 9:9 (a un profeta se le llama vidente).






* Amos 3:7 (Dios revela Sus secretos a los profetas).




* Mosiah 8: 16-18 (Un vidente puede saber de cosas que han pasado y de cosas futuras)



.



* Lucas 1:70 ( Dios habla por medio de profetas).






* Doctrina y Convenios 45:10, 15 (Dios habla en la actualidad tal como lo hizo en
la antigüedad).






* 1 Nefi 22:2 (Por medio del Espiritu, las cosas se dan a conocer a los profetas).




* Doctrina y Convenios 68:3-5 ( Cuando los siervos del Señor hablan inspirados
por el Espíritu Santo, es la intención, la voluntad y la voz
del Señor).






* Doctrina y Convenios 107:65-67, 91-92 ( Los deberes del Presidente de la Iglesia).




* Doctrina y Convenios 43:1-7 (Solo el profeta esta autorizado para recibir revelaciones para la Iglesia).

miércoles, 21 de abril de 2010

Debemos orar a nuestro Padre Celestial


C a p í t u l o 8

¿Qué es la oración?
Jesús enseñó: “Por tanto, siempre debéis orar al Padre en mi nombre” (3 Nefi 18:19).
La oración es una de las mayores bendiciones que tenemos mientras estamos sobre la tierra; por medio de ella podemos comunicarnos con nuestro Padre Celestial y buscar Su guía diariamente.

La oración es un diálogo franco y sincero con nuestro Padre
Celestial. Debemos orar a Dios y a nadie más. No debemos orar a ningún otro ser ni cosa hecha por la mano del hombre o de Dios (véase Éxodo 20:3–5).

¿Por qué oramos?
La oración ha sido una parte importante del Evangelio desde el principio del mundo. Un ángel del Señor mandó a Adán y a Eva que se arrepintieran e invocaran a Dios en el nombre del Hijo
(véase Moisés 5:8) y ese mandamiento nunca se ha revocado.
La oración nos ayudará a acercarnos a Dios. Nuestras oraciones
influyen en todos nuestros pensamientos, palabras y hechos.

Debemos orar para pedir la fortaleza necesaria para resistir las
tentaciones de Satanás y sus seguidores (véase 3 Nefi 18:15;
D. y C. 10:5); debemos orar para confesar nuestros pecados a Dios
y pedirle que nos perdone (véase Alma 38:14).

Debemos orar para recibir la guía del Señor y Su ayuda en nuestro
diario vivir. Debemos orar por nuestra familia y amigos, por
nuestros vecinos, por nuestra cosecha y por nuestros animales,
por nuestro trabajo diario y otras actividades. Debemos orar para
pedir protección de nuestros enemigos (véase Alma 34:17–27).

Debemos orar para expresarle amor a nuestro Padre Celestial y
para sentirnos más cerca de Él. Debemos orar a nuestro Padre para
agradecerle nuestro bienestar y todo lo que nos da a diario (véase
1 Tesalonicenses 5:18). También debemos orar para pedir a nuestro
Padre Celestial que nos dé la fortaleza necesaria para vivir el
Evangelio.

Debemos orar con el fin de mantenernos en la senda recta y
angosta que conduce a la vida eterna. Debemos orar a Dios, el
autor de toda rectitud, para que seamos rectos en nuestros pensamientos,
palabras y acciones.
¿De qué forma le ha ayudado la oracion a estar más cerca de
Nuestro padre Celestial?

¿Cuándo debemos orar?
Podemos orar siempre que sintamos la necesidad de comunicarnos
con nuestro Padre Celestial, ya sea en silencio o en voz alta.
A veces necesitamos estar a solas para poder derramar toda nuestra
alma a Él (véase Mateo 6:6). Además, podemos orar durante nuestras
actividades diarias, en las reuniones de la Iglesia, en casa, al
caminar por un sendero o por la calle, en el trabajo, al preparar la
comida, doquiera que nos encontremos sin importar lo que estemos
haciendo. Podemos orar de día o de noche; cuando estemos solos
o con otras personas. Podemos tener a nuestro Padre Celestial en
nuestros pensamientos en todo momento (véase Alma 34:27); podemos
“ora[r] siempre...” (D. y C. 10:5).

En ocasiones, quizá no sintamos deseos de orar; tal vez nos sintamos
enojados, desilusionados o disgustados. Sin embargo, en esos
momentos es cuando debemos hacer un esfuerzo especial por orar
(véase 2 Nefi 32:8–9).

Debemos orar en privado al menos una vez por la mañana y otra
por la noche. En las Escrituras se nos habla de orar por la mañana,
al mediodía y al atardecer (véase Alma 34:21).

Se nos ha mandado hacer oraciones familiares para que nuestra
familia sea bendecida (véase 3 Nefi 18:21). Los líderes de la Iglesia
nos han aconsejado orar en familia cada mañana y cada noche.

También tenemos el privilegio de orar para agradecer y pedir una
bendición por los alimentos antes de cada comida.

Iniciamos y concluimos todas las reuniones de la Iglesia con una
oración; damos gracias al Señor por Sus bendiciones y pedimos
Su ayuda con el fin de adorarle en una forma que sea agradable
para Él.

¿Cómo debemos orar?
No importa dónde estemos, ya sea que estemos de pie o arrodillados;
ya sea que oremos verbalmente o en silencio, en forma
individual o a favor de un grupo, debemos siempre hacerlo
con fe, “…con un corazón sincero, con verdadera intención...”
(Moroni 10:4).

Al orar a nuestro Padre Celestial, debemos decirle lo que realmente
sentimos en el corazón, confiar en Él, pedirle perdón, suplicarle,
agradecerle y expresarle nuestro amor. No debemos repetir palabras
ni frases sin sentido (véase Mateo 6:7–8). Siempre debemos
pedir que se haga Su voluntad, recordando que a veces lo que
deseamos no es lo mejor para nosotros (véase 3 Nefi 18:20). Al
terminar la oración, debemos hacerlo en el nombre de Jesucristo
(véase 3 Nefi 18:19).

¿De qué forma se contestan las oraciones?
¿Por qué piensa que las respuestas a las oraciones no siempre
se reconoces fácilmente? ¿Por qué piensa que las respuestas a
las oraciones no siempre llegan cuando las queremos o de la
manera que queremos?

Las oraciones sinceras son siempre contestadas. A veces la respuesta
es no, debido a que lo que hemos pedido no es lo mejor
para nosotros; a veces la respuesta es sí, y experimentamos un
sentimiento cálido y de seguridad con respecto a lo que debemos
hacer (véase D. y C. 9:8–9). A veces, la respuesta es “espera un
poco”. Nuestras oraciones son siempre contestadas en el momento
y en la forma en que el Señor considera que son de más beneficio
para nosotros.

En ocasiones, el Señor contesta nuestras oraciones por medio
de otras personas, ya sea por medio de un buen amigo, nuestro
cónyuge, uno de nuestros padres u otro miembro de la familia,
un líder de la Iglesia o un misionero; cualquiera de esas personas
puede ser inspirada a efectuar algo que sea la respuesta a
nuestras oraciones. Un ejemplo de ello es la experiencia que tuvo
una joven madre cuyo bebé sufrió un accidente: ella no tenía los
medios para llevar a su pequeño al doctor, era nueva en el vecindario
y no conocía a sus vecinos. La madre oró para pedir ayuda
y, en pocos minutos, una vecina llamó a la puerta y dijo: “Tuve
el impulso de venir y ver si necesitabas algo”. Entonces, la vecina
ayudó a la joven madre a llevar el bebé al doctor.

Con frecuencia Dios nos da el poder para contestar nuestras propias
oraciones. Cuando oramos para pedir ayuda, debemos hacer
todo lo que esté a nuestro alcance para lograr lo que deseamos.
A medida que vivamos el evangelio de Jesucristo y oremos siempre,
tendremos gozo y felicidad. “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará
de la mano y dará respuesta a tus oraciones” (D. y C. 112:10).

¿De qué manera nuestro Padre Celestial ha contestado sus
oraciones?

Pasajes adicionales de las Escrituras y otros recursos
Santiago 1:5 (los que debemos pedir.
1 Tesalonicenses 5:17; Salmos 55:17; 2 nefi 32:9 (cuándo
debemos orar).
Alma 34:26 (dónde debemos orar).
3 N3fi 19:24 (cómo debemos orar).
DyC 88:63-65 (de qué forma se recibe respuesta a la
oraciones).
Moroni 10:3-5; Alma 37:37 ( la promesas de la oración).
Santiago 5:16 (el poder que tiene la oración de una persona recta).

viernes, 16 de abril de 2010

El Espíritu Santo

C a p í t u l o 7
Adán y Eva recibieron el Espíritu Santo
¿Por qué Adan y Eva necesitaban la guía del Espíritu Santo?

Después que Adán y Eva dejaron el Jardín de Edén, comenzaron a
cultivar la tierra y a realizar otras tareas para su sustento. Tuvieron
muchos hijos, quienes a su vez se casaron y también tuvieron hijos
(véase Moisés 5:1–3). De esa forma, los hijos espirituales de nuestro
Padre Celestial comenzaron a partir de Su presencia y a venir a
la tierra tal como se les había prometido (véase Abraham 3:24–25).
Al llegar a la tierra, se borró de su memoria el recuerdo de su
hogar celestial; pero nuestro Padre Celestial no les retiró Su
influencia, sino que les envió al Espíritu Santo para consolar,
ayudar y guiar a todos Sus hijos espirituales.

Adán y Eva invocaron al Padre Celestial en oración y Él les habló y
les dio mandamientos, los cuales obedecieron. Un ángel del Señor
vino y les enseñó el plan de salvación. El Señor envió al Espíritu
Santo para que testificara acerca del Padre y del Hijo y para que
les enseñara el Evangelio a Adán y a Eva (véase Moisés 5:4–9).

Por medio del poder del Espíritu Santo, Adán “...empezó a profetizar
concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea
el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto
mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a
Dios” (Moisés 5:10). Debido al testimonio que el Espíritu Santo le dio
a Eva, ella dijo: “…De no haber sido por nuestra transgresión, nunca
habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien
y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios
concede a todos los que son obedientes” (Moisés 5:11).

A los maestros: Al llamar a los alumnos por su nombre, ellos sabrán que son importantes para usted y que usted está interesado en ellos. Conozca sus nombres y llámelos por su nombre durante cada lección, y ayúdelos a aprender los nombres de los demás alumnos de la clase.

¿De qué manera es similar la necesidad que tenemos nosotros de
tener la guía del Espíritu Santo a la necesidad que tenían Adan y Eva?

Los atributos del Espíritu Santo

¿En que se diferencia el Espíritu Santo del Padre y del Hijo? ¿Por
qué es esa diferencia importante para nosotros?
El Espíritu Santo es un miembro de la Trinidad (véase 1 Juan 5:7;
D. y C. 20:28). Es un “...personaje de espíritu...” (D. y C. 130:22)
que sólo puede estar en un lugar a la vez, pero Su influencia
puede estar en todo lugar al mismo tiempo.
A nuestro Padre Celestial, Jesucristo y el Espíritu Santo se los llama
la Trinidad. Ellos están unidos en propósito, y cada uno tiene
una importante asignación en el plan de salvación. Nuestro Padre
Celestial es nuestro Padre y gobernante; Jesucristo es nuestro
Salvador y el Espíritu Santo es el revelador y el que da testimonio
de toda verdad.

El Espíritu Santo es el mensajero de nuestro Padre Celestial y
constituye un don especial para nosotros (véase el capítulo 21
de este libro).

La misión del Espíritu Santo
¿Cuáles son algunas de las verdades que el Espíritu Santo nos revela?

La misión del Espíritu Santo es dar testimonio del Padre y del Hijo,
y de la verdad de todas las cosas.

El Espíritu Santo nos testificará que Jesucristo es nuestro Salvador
y Redentor (véase 3 Nefi 28:11; D. y C. 20:27). Él nos revelará que
nuestro Padre Celestial es el Padre de nuestros espíritus y nos ayudará
a comprender que podemos llegar a ser exaltados tal como
nuestro Padre Celestial (véase Romanos 8:16–17). Los profetas del
Señor han prometido: “Y por el poder del Espíritu Santo podréis
conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).

Sin el Espíritu Santo, no podríamos saber que Jesús es el Cristo.
El apóstol Pablo escribió: “…nadie puede afirmar que Jesús es el
Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3). El Salvador
mismo dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” ( Juan 17:3).
Es por medio del poder del Espíritu Santo que se brinda la guía
necesaria para comprender y vivir el evangelio de Jesucristo.

El poder convincente del Espíritu Santo es tan grande que no
puede haber duda de que lo que nos revela es verdad. El presidente
Joseph Fielding Smith dijo:
“Cuando una persona tiene la manifestación del Espíritu Santo,
queda una indeleble impresión en su alma, una que no es fácil
de borrar. Es el Espíritu que habla al espíritu, y se recibe con una
fuerza convincente. Una manifestación de un ángel, o aun del
Hijo de Dios mismo, impresionaría a los ojos y a la mente, y al
final se iría borrando; pero las impresiones del Espíritu Santo se
graban profundamente en el alma y son más difíciles de borrar”
(Answers to Gospel Questions compilacion de Joseph Fielding
Smith Jr., 5 tomos, 1957–1966, tomo II, pág. 151).

El presidente Smith también dijo: “Por medio del Espíritu Santo la
verdad es entretejida en cada fibra y tendón del cuerpo, de manera
que no puede ser olvidada” (véase Doctrina de Salvación, compilación
de Bruce R. McConkie, 3 tomos, 1954–1956, tomo I, pág. 45).

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, debemos ser dignos de recibir a este mensajero y
testigo especial de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo.

Piense en las ocaciones en que el Espirítu Santo le haya ayudado
a que su testimono cresca. Según sea apropiado, comparta algunas
de estas experiencias con los miembros de la clase o de
la familia.

Pasajes adicionales de las Escrituras
Moisés 5 (la historia de la familia de Adan).
DyC 130:22 (se identifica al Espíritu santo).
Juan 14:26; 15:26, Lucas 12:12 2Nefi 31:18; 32:5,8;
33:1; Alma 14:11; 3 Nefi 27:20; 4 Nefi 1:48; Moroni 10:6–7;
D. y C. 8:2–3; 11:12–13; 20:26 (funciones del Espíritu Santo).

miércoles, 14 de abril de 2010

La caída de Adán y Eva



C a p í t u l o 6



Adán y Eva fueron los primeros en venir a la tierra
¿Qué evidencias nos ayudan que Adán y Eva fueron espíritus
valientes?

Dios preparo esta tierra a fin de que fuera un hogar para Sus hijos.
Adán y Eva fueron elegidos para ser las primeras personas que
viviesen en la tierra (véase Moisés 1:34; 4:26). Su participación en el plan del Padre era traer el estado mortal al mundo; ellos serían los primeros padres. (Véase D. y C. 107:54–56).

Adán y Eva se encontraban entre los hijos más nobles de nuestro Padre. En el mundo espiritual, Adán se llamaba el arcángel Miguel (véase D. y C. 27:11; Judas 1:9). Él fue escogido por nuestro Padre Celestial para dirigir a los justos en la batalla contra Satanás (véase Apocalipsis 12:7–9). Adán y Eva fueron preordenados para ser nuestros primeros padres. El Señor le prometió a Adán grandes
bendiciones con estas palabras: “...Te he puesto para estar a la cabeza; multitud de naciones saldrán de ti, y tú les serás por príncipe para siempre” (D. y C. 107:55).

Eva fue “...la madre de todos los vivientes...” (Moisés 4:26). Dios unió
a Adán y a Eva en matrimonio porque “...no era bueno que el hombre
estuviese solo...” (Moisés 3:18; véase también 1 Corintios 11:11).
Ella compartió la responsabilidad de Adán y también compartirá las
bendiciones eternas de él.
¿Qué aprendemos del ejemplo de Adán y Eva?

A los maestros: Emplee las preguntas que se encuentran al principio de la
sección para comenzar un análisis y pida a los miembros de la clase o de la familia que consulten el texto a fin de encontrar más información. Haga uso de las preguntas al final de la sección para ayudar a los miembros de la clase o de la familia a meditar en el significado de lo que leyeron, a analizarlo y a ponerlo en práctica.


El Jardín de Edén.
¿Bajo qué condiciones vivían Adán y Eva en el Jardín de Edén?

Cuando Adán y Eva fueron colocados en el Jardín de Edén, aún no
eran seres mortales; en ese estado, “...no hubieran tenido hijos...”
(2 Nefi 2:23); no existía la muerte. Tenían una vida física debido a
que sus espíritus estaban alojados en cuerpos físicos hechos con el
polvo de la tierra (véase Moisés 6:59; Abraham 5:7), pero a la vez,
poseían vida espiritual porque se encontraban en la presencia de
Dios. Aún no habían elegido entre el bien y el mal.

Dios les mandó tener hjos, diciendoles : "...Fructificad y multipli-
caos, henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre… todo
ser viviente que se mueve sobre la tierra” (Moisés 2:28). Dios les
dijo que podían comer libremente de todo árbol que había en el
huerto, salvo uno de ellos, el árbol de la ciencia del bien y del mal;
de ese árbol, Dios dijo: “…el día en que de él comieres, de cierto
morirás” (Moisés 3:17).

Satanás, que no conocía la mente de Dios, pero que intentaba destruir
Su plan, se acercó a Eva en el Jardín de Edén y la tentó a comer
del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, asegurándole
que Adán y ella no morirían, sino que serían “…como dioses, conociendo
el bien y el mal” (Moisés 4:11). Eva cedió a la tentación y
comió del fruto. Cuando Adán supo lo que había pasado, decidió
también comer del fruto. A los cambios que sufrieron Adán y Eva
debido a que comieron del fruto, se les llama la Caída.

Adán y Eva fueron separados de la presencia de Dios
¿Qué cambios físicos y espirituales experimentaron Adán y Eva como
resultado de su transgreción?

Debido a que Adán y Eva comieron del fruto del árbol de la ciencia
del bien y del mal, el Señor los expulsó del Jardín de Edén y
los envió al mundo. Su condición física cambió como resultado de
haber comido del fruto prohibido; y tal como Dios lo había prometido,
se volvieron seres mortales. Tanto ellos como sus hijos experimentarían
enfermedades, dolor y muerte física.

Debido a su transgresión, Adán y Eva sufrieron también la muerte
espiritual; eso significaba que ni ellos ni sus hijos podrían caminar
ni hablar cara a cara con Dios. Adán y Eva y sus hijos fueron separados
de la presencia de Dios, tanto física como espiritualmente.

De la transgresión resultaron grandes bendiciones.
¿De qué manera proporcionó la caída oportunidades para que
llegáramos a ser como nuestro Padre celestial?

Algunas personas creen que Adán y Eva cometieron un grave
pecado al comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del
mal; sin embargo, las Escrituras de los últimos días nos ayudan a
comprender que su Caída fue un paso necesario dentro del plan
de la vida y una gran bendición para todos nosotros. Debido a la
Caída, se nos ha bendecido con un cuerpo físico, con el derecho
de escoger entre el bien y el mal, y con la oportunidad de obtener
la vida eterna. Ninguno de esos privilegios hubieran sido nuestros
si Adán y Eva hubiesen permanecido en el Jardín de Edén.
Después de la Caída, Eva dijo: “…De no haber sido por nuestra
transgresión, nunca habríamos tenido posteridad [hijos], ni hubiéramos
conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra
redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son
obedientes” (Moisés 5:11).
El profeta Lehi explicó:
“Pues, he aquí, si Adán no hubiese transgredido, no habría caído
[expulsado de la presencia de Dios], sino que habría permanecido
en el jardín de Edén. Y todas las cosas que fueron creadas habrían
permanecido en el mismo estado en que se hallaban después de
ser creadas…
“Y no hubieran tenido hijos; por consiguiente, habrían permanecido
en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían
la miseria; sin hacer lo bueno, porque no conocían el pecado.
“Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría
de aquel que todo lo sabe.

“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres
para que tengan gozo” (2 Nefi 2:22–25).
¿por qué piensa que es importante saber en cuanto a la caída de Adán
y la influencia que ésta tiene en nosotros?

Pasajes adicionales de las Escrituras:
1 Nefi 5:11; 2 Nefi 2:20 (Adán y Eva fueron los promeros padres, la
primera familia).
2 Nefi 2:14-21 (la oposición y la caída; la vida es un estado de
probación).
2 Nefi 2:22-26 (la caída es parte del plan de salvación)

martes, 13 de abril de 2010

La libertad de escoger



C a p í t u l o 4
El albedrío es un principio eterno
Si alguien le preguntara por qué es importante tener libre
albedrío, ¿qué diría?

“…podrás escoger según tu voluntad, porque te es concedido;...” (Moisés 3:17).
Dios nos ha dicho por medio de Sus profetas que somos libres de escoger entre el bien y el mal. Podemos elegir la libertad y la vida eterna al seguir a Jesucristo; también somos libres para elegir el cautiverio y la muerte como resultado de seguir a Satanás (véase 2 Nefi 2:27). Al derecho de escoger entre el bien y el mal, y de actuar según nuestra voluntad se le llama albedrío.

En la vida preterrenal poseíamos albedrío moral. Uno de los propósitos
de la vida terrenal es demostrar qué tipo de decisiones
tomaremos (véase 2 Nefi 2:15–16). Si se nos forzara a escoger lo
correcto, no podríamos demostrar lo que hubiéramos elegido por
nosotros mismos; además, somos más dichosos cuando tomamos
nuestras propias decisiones.

El albedrío fue uno de los temas principales que surgió en el
concilio de los cielos, en la vida preterrenal, y fue una de las causas
principales del conflicto entre los seguidores de Cristo y los
seguidores de Satanás. Satanás dijo: “…Heme aquí, envíame a mí.
Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que
no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues,
tu honra” (Moisés 4:1). Al decir esto, “…se rebeló contra [Dios],
y pretendió destruir el albedrío del hombre...” (Moisés 4:3). Su
propuesta se rechazó y fue expulsado de los cielos junto con sus
seguidores (véase D. y C. 29:36–37).

El albedrío es una parte necesaria del plan de salvación.
El albedrío hace de nuestra vida terrenal un período de probación.
Cuando planeaba la creación terrenal de Sus hijos, Dios dijo:
“y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas
que el Señor su Dios les mandare” (Abraham 3:25). Sin el don
del albedrío habríamos sido incapaces de demostrarle a nuestro
Padre Celestial que hubiéramos hecho todo lo que Él nos mandara.
Debido a que podemos escoger, somos responsables de nuestras
propias acciones (véase Helamán 14:30–31).

Cuando elegimos vivir de acuerdo con el plan que Dios tiene para
nosotros, nuestro albedrío se fortalece. Las decisiones correctas
aumentan nuestra capacidad de tomar más decisiones correctas.

Al obedecer cada uno de los mandamientos de nuestro Padre
Celestial, progresamos en sabiduría y fortalecemos nuestro carácter;
aumenta nuestra fe y nos resulta más fácil tomar decisiones
correctas.

Comenzamos a tomar decisiones cuando vivíamos en la presencia
de nuestro Padre Celestial como hijos espirituales; las decisiones
que allí tomamos nos hicieron dignos de venir a la tierra. Nuestro
Padre Celestial desea que aumente nuestra fe, nuestro poder, nuestro
conocimiento, nuestra sabiduría y toda otra cualidad positiva.
Si guardamos Sus mandamientos y tomamos decisiones correctas,
aprenderemos y comprenderemos; y llegaremos a ser como Él
(véase D. y C. 93:28).
¿De qué forma el tomar deciciones correctas nos ayuda a tomar más
deciciones correctas?

Para que exista el albedrío tiene que haber opciones.
¿Porque es necesario la opción?

No podemos escoger la rectitud a menos que se nos presente la
opción entre lo bueno y lo malo. Lehi, un gran profeta del Libro
de Mormón, le dijo a su hijo Jacob que, a fin de que se cumpliesen
los eternos propósitos de Dios debía haber “...una oposición en
todas las cosas. Pues de otro modo, ...no se podría llevar a efecto
la rectitud ni la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni
el bien ni el mal...” (2 Nefi 2:11).

Dios permite que Satanás se oponga a lo bueno, y dijo de él:

“…hice que fuese echado abajo…

“y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras,
para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos
según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz”
(Moisés 4:3–4).

Satanás hace todo lo que está a su alcance para destruir la obra
de Dios y procura “...la miseria de todo el género humano… pues
él busca que todos los hombres sean miserables como él” (2 Nefi
2:18, 27); él no nos ama ni desea nada bueno para nosotros (véase
Moroni 7:17); no desea que seamos felices, sino que seamos sus
esclavos, y se oculta tras sus muchos disfraces para esclavizarnos.

Cuando cedemos ante las tentaciones de Satanás, limitamos nuestras
opciones. El siguiente ejemplo demuestra la forma en que eso
sucede. Imaginen que ven un letrero en la playa que dice: “Peligro.
Remolino. Prohibido nadar en esta zona”; tal vez podríamos pensar
que eso representa una restricción, pero, ¿lo es en realidad?
Todavía tenemos muchas opciones: podemos ir a nadar a otro
lado; somos libres de caminar por la playa y juntar caracolas de
mar; somos libres de contemplar la puesta del sol y de regresar a
casa. También somos libres de hacer caso omiso a la advertencia
y nadar en el lugar peligroso; sin embargo, una vez que seamos
atrapados por el remolino, éste nos arrastrará y tendremos muy
pocas opciones; si ése fuera el caso, trataríamos de escapar o de
pedir ayuda, pero es posible que terminemos ahogados.

A pesar de que somos libres de elegir nuestro curso de acción,
no somos libres de escoger las consecuencias que conllevan nuestras
acciones. Las consecuencias, ya sean buenas o malas, serán
el resultado natural de cualquier decisión que tomemos (véase
Gálatas 6:7; Apocalipsis 22:12).


A los maestros: Un dibujo sencillo puede ayudar a los alumnos a centrar la atención.
Si hablan sobre la analogía del letrero de advertencia como se presenta en este capítulo,
quizá desee dibujar un letrero similar sobre la pizarra o en un pedazo grande de papel.


Nuestro Padre Celestial nos ha dicho cómo escapar del cautiverio
de Satanás. Debemos estar alertas y orar siempre, y pedir a Dios que
nos ayude a resistir las tentaciones de Satanás (véase 3 Nefi 18:15).
Nuestro Padre Celestial no permitirá que seamos tentados más allá de
nuestra capacidad para resistir (véase 1 Corintios 10:13; Alma 13:28).

Los mandamientos de Dios nos guían lejos del peligro y nos conducen
hacia la vida eterna. Al tomar decisiones sabias, podremos
ganar la exaltación, progresar eternamente y gozar de una felicidad
perfecta (véase 2 Nefi 2:27–28).

¿Cuáles son algunos ejemplos de acciones que limitan nuestras opciones?
¿Cuáles son algunos ejemplos de acciones que nos dan más libertad?


Pasajes adicionales de las Escrituras:

Moisés 7:32 (libertad de elegir).
Abraham 3:24,25 (la vida terrenal es una prueba).
Alma 41:3; Moroni 7:5,5 (las obras se jusgaran).
2 Nefi 2:11-16 (la elección de entre lo bueno y lo malo).
2 Pedro 2:19; Juan 8:34 (el pecado es una esclavitud).
2 Nefi 2:28.29; Alma 40:12,13 (la recompensa será de acuerdo con las obras).